Más allá de resultados, un compromiso humano: Liderazgo ético y bienestar laboral
- vickyroquepr
- 31 ago
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Actualizado: 1 sept
Por: Vicky Roque / 25 de julio de 2025 a las 4:30pm

El liderazgo que sana o agota
En este escrito comparto una convicción forjada en el campo de batalla organizacional: que el liderazgo ético no se opone a los objetivos de un proyecto, negocio u organización, sino que los encauza correctamente. Cuando lideramos con ética, no estamos limitando posibilidades, estamos construyendo bases sólidas para que los logros sean sostenibles, humanos y alineados con el propósito.
A lo largo de mis más de 20 años en posiciones de liderazgo, tanto en el sector gubernamental como en el empresarial, he comprobado cómo el estilo de liderazgo influye directamente en el bienestar del equipo y, por ende, en los resultados. En mi paso por una agencia gubernamental, trabajé incansablemente motivando equipos, dirigiéndolos al cumplimiento de metas en contextos restantes, y gestionando proyectos donde lo ético y lo técnico debían coexistir.
Una experiencia marcó mi forma de liderar con claridad: me pidieron intervenir en una reunión donde debía comunicarle a un alto directivo, conocido por su rechazo frontal a los “no se puede”, que un proyecto no debía sufragarse con los fondos propuestos. Entré a la sala de reuniones y, antes de sentarme, me recibió con un comentario directo: “Si vienes a trasquilarme el proyecto, puedes salir por donde entraste.” Respondí con firmeza y estrategía (pero con miedo en mi interior): “Claro que se puede hacer y con esos fondos. Sin embargo…” Presenté los riesgos, posibles sanciones y ofrecí alternativas viables. El proyecto se llevó a cabo, el equipo se fortaleció y quedó claro que actuar con ética no retrasa el progreso, lo guía con inteligencia.
Hoy, desde mi rol empresarial, sigo aplicando esa misma visión. Un equipo que se siente escuchado, valorado y parte vital de la misión, responde con compromiso genuino. El bienestar laboral no se exige ni se delega: se cultiva desde el liderazgo.
Este artículo no es solo una reflexión, es una invitación a reconsiderar cómo lideramos y qué efecto estamos provocando en quienes nos siguen. Porque el liderazgo ético tiene el poder de sanar ambientes, impulsar metas y transformar resultados.
¿Qué es el liderazgo ético y por qué importa?
El liderazgo ético no es algo que esté de moda ni un concepto de manual para que suene bonito en la misión empresarial. Es el resultado de una práctica arraigada a los valores personales del líder, esos que no solo se dicen, sino que se viven.
Cada empresa puede tener un código de conducta o una lista de valores corporativos en la pared, pero si el liderazgo no los encarna en la práctica diaria, se vuelven palabras huecas. Un líder ético, con convicciones firmes y coherentes, es quien modela con el ejemplo, influye con propósito y construye espacios donde el equipo se siente seguro, respetado y valorado. Es ahí donde nace el bienestar laboral: cuando el equipo no solo sigue un líder, sino que confía en él.

Liderar éticamente es ejercer poder, influencia y toma de decisiones para construir bienestar desde lo humano, consciente del impacto emocional y cultural que cada sección genera en el equipo. Es liderar con principios éticos como: respeto, justicia, honestidad y responsabilidad, confianza, civismo y bondad.
Desde mi experiencia liderando equipos en contextos gubernamentales y empresariales, puedo afirmar que cuando el liderazgo está alineado con estos valores, el bienestar no necesita programas artificiales. Se siente, se vive y se contagia.
Un equipo guiado éticamente:
Se comunica mejor.
Maneja los conflictos con madurez.
Se compromete más allá de lo mismo.
Se siente parte de algo más grande que su tarea individual.
Por eso importa el liderazgo ético. Porque cuando los valores están claros y se practican desde la cima, el bienestar del equipo no es una estrategia de retención… es una cultura viva.
Bienestar laboral: una construcción humana, no un beneficio adicional
Hablar de bienestar laboral no es referirse únicamente a beneficios, horarios flexibles o iniciativas aisladas. El verdadero bienestar se construye desde la manera en que se lidera, desde las relaciones humanas que se promueven en el entorno laboral y desde cómo se hace sentir a cada miembro del equipo en su valor, dignidad y propósito.
Cuando el liderazgo es ético, se prioriza el cuidado del otro como principio estratégico, no como gesto ocasional. Se cuida cómo se habla, cómo se corrige, cómo se acompaña en los procesos de cambio. El bienestar laboral comienza cuando el equipo siente que importa, que es escuchado, y que su crecimiento individual es importante para el todo.
En mi experiencia facilitando procesos de transformación grupal, he visto cómo las dinámicas de integración, los espacios de reflexión motivacional y los ejercicios de autoconocimiento aplicados dentro del equipo, elevan no solo el clima laboral, sino también la productividad.
Uno de los principios que aplico en los espacios que lidero es trabajar el bienestar desde adentro hacia afuera. Cuando ayudamos al equipo a fortalecer su autoestima, a desarrollar herramientas personales para aceptar, cambiar y motivarse, se logran resultados visibles: equipos más cohesionados, menos conflictos internos y un sentido renovado de pertenencia.
Los equipos emocionalmente fortalecidos responden con más claridad, más compromiso y más enfoque.
Y ese fortalecimiento emocional nace cuando hay liderazgo con conciencia ética.
El bienestar laboral no es un lujo, es una necesidad organizacional. Y el líder tiene la llave para propiciar o bloquearlo. Cada decisión, cada conversación, cada reconocimiento o cada omisión, tiene un impacto directo en cómo se siente el equipo. Por eso insisto: el liderazgo ético es inseparable del bienestar. No son esfuerzos paralelos, son parte del mismo corazón.
La conexión vital entre liderazgo ético y bienestar laboral
El bienestar laboral no aparece por decreto ni se sostiene con beneficios “sueltos”. Se cultiva desde la calidad humana y ética con la que se lidera. Es el reflejo directo de cómo se toma cada decisión, cómo se comunica, cómo se corrige y cómo se reconoce el valor de cada integrante del equipo.

No se trata de liderar “con mano suave” o de evitar decisiones difíciles. Se trata de cómo se toman esas decisiones y desde qué lugar.
Un liderazgo ético:
Comunica con verdad, aunque no sea cómoda.
Escucha antes de imponer.
Da retroalimentación que edifica, no que castiga.
Toma decisiones que considera el impacto humano, no solo el operativo.
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